Comentario
Pocas ciudades antiguas del occidente mediterráneo poseen un interés histórico y arqueológico tan acentuado como el que presenta la antigua ciudad griega, romana y altomedieval de Ampurias, cuya dilatada vida se extendió a lo largo de unos siglos en los que el mundo europeo meridional conoció, sucesivamente, la colonización griega; la gestación, plenitud y caída del imperio romano; la subsiguiente aparición de los reinos bárbaros y la emergencia del imperio musulmán, a cuyo socaire, en nuestra Península, aparecieron los reinos y condados medievales cuya huella marca aún hoy de forma tan indeleble el ser y la idiosincrasia de la España moderna. En todos estos formidables sucesos podemos afirmar que Ampurias jugó un cierto papel, modesto las más de las veces, más importante otras, pero siempre significativo, al menos en lo que atañe a ciertos aspectos relativos a la entrada en el ámbito peninsular de muchas influencias foráneas, pues no hemos de olvidar que fue ésta la única tierra conspicuamente griega de la Península; que fue también éste el lugar escogido por Roma para poner por vez primera el pie en Iberia y que, finalmente, fue Ampurias un lugar privilegiado en lo concerniente a la llegada y posterior difusión del cristianismo en Hispania. Si a todo ello le añadimos que hasta el siglo XI Ampurias constituyó la capital del condado de su mismo nombre, originariamente carolingio y más tarde independiente, comprenderemos el alto valor histórico de la ciudad y la notable y emblemática importancia que muchos de sus diversos restos materiales en ese sentido tienen.